El secreto para volver a la rutina sin enloquecer

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Volver de las vacaciones, especialmente si las has disfrutado desconectando lo máximo posible de tus responsabilidades laborales, suele ser un proceso algo duro (o MUY duro). El síndrome postvacacional existe, aunque no es un síndrome como tal, sino un trastorno de adaptación. Además, tampoco afecta a todos por igual. Si se está satisfecho con el trabajo puede que el primer día cueste volver a la rutina, pero es más que probable que tras unas horas se deje atrás esa sensación. Sin embargo, debido a una serie de factores hay quienes lo sufren con más intensidad, pudiendo padecer sus consecuencias hasta tres meses después de haberse incorporado al trabajo.

¿Cómo se manifiesta el síndrome postvacacional?

Por lo general, el síndrome postvacacional viene acompañado por un conjunto de síntomas como ansiedad, depresión, inseguridad, desmotivación, apatía, tristeza, falta de energía y pérdida de concentración.

En algunas personas se produce un importante malestar con consecuencias negativas en su calidad de vida. Los síntomas pueden agudizarse y presentar dolor muscular, pérdida de apetito, somnolencia, cambios continuos de humor, irritabilidad y, en algunos ocasiones, incluso agresividad.

En caso de que los síntomas persistan es aconsejable acudir al médico a fin de que haga una valoración. Por lo general, este síndrome desaparece por sí solo entre 1 y 3 semanas después de su aparición.

Volver antes de vacaciones: el truco de oro

La vuelta a la realidad cotidiana debería ser un proceso paulatino. Lo mejor sería disponer de dos o tres días antes de la incorporación definitiva. Esto favorece la organización, tanto mental como física: deshacer maletas, poner la casa al día o cambiar el chip son algunos de los objetivos a alcanzar.

Al igual que hacemos con los más pequeños preparándolos para volver al cole, los adultos también necesitamos adaptarnos de nuevo a nuestros horarios habituales. Procurar ir acostándonos más temprano cada noche favorece el hecho de no enloquecer o estresarte cuando suene la alarma del despertador.  

Cómo afrontar el día D sin estrés

Una vez en el trabajo, estas son algunas pautas que te puedan ayudar a afrontar las primeras jornadas sin frustración o abatimiento.

  • Empezar de forma gradualla intensidad del trabajo. La salud también cuenta y un golpe de estrés tampoco es lo más recomendable.
  • Aprovechar para reencontrarnos con la rutina laboral de una forma sana, fomentando las relaciones cordiales con el resto de la plantilla.
  • Durante los primeros días tómate en serio tus ratos de descanso durante la jornada: ayuda a descansar la vista, previene los dolores musculares y vence al bloqueo mental.

En el caso de que lideres un equipo, prueba algo nuevo que funcione como refuerzo positivo. Una comida de reencuentro, una mejora en las instalaciones o alguna actividad de team building favorecerá la vuelta a la rutina, las relaciones personales y el buen ambiente en el trabajo.

Los buenos hábitos para no enloquecer

Lo importante es recuperar la alimentación habitual sin compensar los posibles excesos de las vacaciones, gestionándolo de forma correcta. Respecto al ejercicio físico también es bueno retomar la rutina poco a poco. De esta manera se recuperará el ritmo enseguida y volverá a disfrutar de los beneficios.

Por su parte, conocer y practicar distintas técnicas de relajación ayudará a controlar el estrés, a la par que proporcionará serenidad y sosiego. Aunque de primeras no parezca un aspecto muy relevante, invertir un tiempo a la semana en alguna de ellas resultará muy beneficioso para tu bienestar.

En este sentido, la meditación es uno de los ejercicios antiestrés más practicados. Realizar ejercicios de meditación ampliará la capacidad cardiovascular y ayudará a controlar las emociones, sobre todo las negativas, para focalizar la mente hacia lo positivo.

Aunque no existe un tratamiento específico para asegurarnos una vuelta a la rutina sin sobresaltos, sí es bueno tener en cuenta las recomendaciones que acabamos de ver, ya que pueden ayudar a encontrar el equilibrio y la templanza en unos días bastante ajetreados. Mantener una actitud positiva en vez de quejarnos por haber regresado es fundamental. No olvides poner en práctica la gratitud y ser consciente de que, después de todo, en los tiempos que corren contar con trabajo es una gran suerte.

Decálogo para hacer frente al síndrome postvacacional con éxito

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Un año más, y después de haber disfrutado de un estupendo periodo de descanso, el síndrome postvacacional vuelve a ser el protagonista indiscutible de la inmensa mayoría de conversaciones. Pese a su nombre, en realidad se trata de un trastorno cuyos síntomas pueden hacer más difícil la vuelta al trabajo. Inseguridad, desmotivación, apatía o falta de concentración son los más habituales.

El Salario Emocional, plataforma digital que une a las empresas que apuestan por el talento con los proveedores que les ayudan a potenciar su estrategia de employer branding, facilita una serie de recomendaciones para reducir sus efectos.

  1. Volver dos días antes. Llegar la noche anterior y aterrizar en el trabajo sin haber desecho las maletas no es lo más recomendable, sobre todo si no se quiere chocar de lleno con la realidad.  Hacerlo de forma progresiva facilita la organización y evita la sensación de agobio.
  2. Recuperar los horarios. Con la vuelta al trabajo es frecuente sentirse más cansado, de ahí la importancia de recuperar los horarios de siempre cuanto antes para así mantener la dinámica habitual.
  3. Tomarse con calma el primer día. Ser previsor y dejar todo bien atado en el trabajo antes de comenzar las vacaciones, es el primer paso para un primer día menos agitado. Saludar a los compañeros y darse un tiempo de reacondicionamiento es vital para hacer frente a la frustración inicial, especialmente cuando cuesta concentrarse.
  4. Mantener una actitud positiva. Quejarse continuamente por haber finalizado las vacaciones no es la mejor manera de hacer frente al síndrome postvacacional. Las actitudes tóxicas no favorecen ni a nivel individual ni a nivel de equipo.
  5. Respetar la pausa del café. Disfrutar del rato del descanso es importante los primeros días, así que nada de comer del ordenador para adelantar trabajo o ponerse al día. Descansar la vista, prevenir los dolores musculares y superar el bloqueo mental son algunos de sus beneficios inmediatos.
  6. Retomar los hábitos saludables. El relax del verano trae consigo la relajación de algunos hábitos, especialmente en el tema de la alimentación. Lo importante es recuperarlos, gestionándolos de forma correcta y sin agobios.
  7. Practicar ejercicio físico. Aunque no sea de forma consciente e intencionada, el verano contribuye a una mayor actividad física. Seguir esa línea e incorporar nuevas rutinas semanales minimizan los efectos del síndrome postvacacional y del sedentarismo.
  8. Dormir suficiente. Enfrentarse a la rutina de nuevo supone un esfuerzo tanto físico como mental y hay que estar preparado para ello. No se consigue excediéndose en el consumo de café y llegando a la oficina sin haber descansado.
  9. Controlar el estrés. Aunque de primeras no resulte muy relevante, invertir un tiempo a la semana en practicar alguna técnica de relajación resultará muy beneficioso para nuestro bienestar. En la actualidad, la meditación es uno de los más valorados.
  10. Establecer nuevas metas. Coincidiendo con el inicio del curso escolar, septiembre es buen momento para fijar nuevos objetivos que ayudan a mantenernos concentrados y motivados.

Un entorno laboral ordenado favorece la autoestima y reduce el estrés

entorno laboral ordenado

Un entorno de trabajo desordenado afecta tanto a nuestra salud emocional como física. Está demostrado que tener el lugar de trabajo ordenado favorece el bienestar profesional y la autoestima, reduciendo el estrés y la ansiedad. Un espacio organizado, limpio y cómodo es mucho más productivo, facilita la concentración, aumenta la creatividad y la efectividad. 

Por todas estas razones es fundamental cuidar y mantener de forma adecuada nuestro espacio laboral, ya que es un lugar en el que pasamos muchas horas al día y es necesario sentirse cómodos en él, sobre todo si queremos mantener los niveles de productividad. ¿La teoría de Marie Kondo aplicada al ámbito laboral?

Limpieza general

Una limpieza constante del espacio de trabajo ayuda a prevenir y mejorar la salud porque la suciedad genera gérmenes y bacterias. Lo mejor es limpiar a fondo mesas, cajones y estanterías y vaciar absolutamente todo. También servirá para realizar una evaluación de los materiales existentes  y decidir cuáles son necesarios para el trabajo. 

 Para conseguir un escritorio despejado necesitaremos tener una buena gestión del cableado. Se pueden usar organizadores de cables, clips y cualquier cosa que nos permita esconder los cables al máximo. Existen trucos como instalar la regleta debajo de la mesa para que no se vean.

¡Fuera trastos! 

Los expertos de 123tinta.es saben que los bolígrafos que ya no funcionan, montañas de clips, una grapadora vieja… tirar lo inservible y recolocar cada cosa en su sitio hará que nuestro espacio se vea más despejado, tengamos más libertad de movimiento y nos sintamos más cómodos.

Uno de los métodos más efectivos para llevar a cabo esta limpieza es hacer dos grupos: en el primero situaremos todo aquello que no necesitamos y que hemos ido acumulando con el paso del tiempo; y, en el segundo, lo imprescindible para poder llevar a cabo nuestro trabajo diario. ¡Mano de santo!

Papeles innecesarios

El famoso “papeleo” es una de las cosas que más se “come” nuestro espacio. Hay que revisar todos los documentos y conservar sólo los realmente importantes como informes, facturas o contratos. Debemos superar el «por si acaso» y desechar, sin contemplaciones, todos los papeles innecesarios. Podemos escanear y guardar digitalizados los que sean importantes

Una vez hecha la criba toca colocar todo en cajones, armarios, estanterías o muebles auxiliares. Hay que guardar cerca lo que se utilice habitualmente y colocar el resto en sitios más apartados para que no estorben. Todo objeto debe estar asociado a un lugar específico pues, de esta manera, será mucho más fácil localizarlos. También podemos etiquetar para identificar dónde se encuentra cada elemento.

 El almacenamiento vertical es uno de los principios básicos para lograr un entorno mucho más cómodo y positivo, y una de las formas más eficientes de aprovechar el espacio al máximo. El uso de archivadores o estantes con cajas de almacenaje ayuda a guardar una mayor cantidad de objetos sin llegar a perjudicar el espacio horizontal necesario para movernos.

Limpieza digital

Abrir el ordenador y que el escritorio parezca un “campo sembrado” de documentos y carpetas no solo es desagradable a la vista, sino que dificulta encontrar las cosas, es ineficaz y causa estrés. Hay que suprimir las carpetas inútiles y obsoletas. Agrupar los documentos y archivar y grabar las carpetas que no usemos a diario en un disco duro externo. También es aconsejable limpiar la bandeja de emails suprimiendo los más antiguos y clasificando por remitente o por temas aquellos que se quieran conservar.

Y, por último, un toque personal. Un escritorio organizado no es sinónimo de un escritorio vacío y sin vida. Se puede añadir un toque personal, algo que nos provoque alegría al mirarlo como una foto, una planta o un recuerdo familiar. También podemos incluir elementos para cuidar de nuestra salud mientras trabajamos como reposamuñecas o reposapiés.

Dile adiós al cansancio poniendo en práctica estos consejos

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Cuando hablamos de cansancio, automáticamente nos imaginamos a alguien agotado tumbado en un sofá de la forma menos ortodoxa posible. Si a este cansancio le sumamos aquel menos visible que deja agotado mentalmente ¿para qué queremos más?

Cuando el cansancio aflora sentimos que no podemos dar ni un paso más, y menos aún los viernes. Ya sea físico o mental, es importante detectarlo a tiempo y descubrir la manera de aumentar los niveles de energía para volver a sentirte pleno y feliz.

¡No puedo más!

El agotamiento emocional no es cosa de un día, sino un estado al que se llega por un sobreesfuerzo continuado en distintos ámbitos de la vida. Es un proceso que se desarrolla poco a poco hasta llegar un punto en el que quien lo sufre no puede más y entra en colapso, cayendo en una inercia de la que es difícil salir.

En 2002, el INSST (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo) publicó un documento divulgativo sobre la carga mental en el trabajo. En él se desarrollaba este concepto a la vez que se daban pautas para prevenir la fatiga mental.

De especial manera incidía en que, si bien la fatiga normal es completamente recuperable a través del descanso, sino se presta atención a las señales puede dejar de ser reversible para convertirse en crónica.

La detección temprana, clave para su superación

El agotamiento emocional tiene su origen en la descompensación, en abarcar demasiado, carecer de tiempo para uno mismo y no recibir el reconocimiento, afecto o consideración suficientes. 

Aunque a simple vista no parezcan importantes, estar atentos a estos primeros síntomas es la mejor manera de prevenir males mayores: cansancio físico, insomnio, irritabilidad, falta de motivación y olvidos frecuentes, entre otros.

Ser exigente con uno mismo es un arma de doble filo. Todos necesitamos disfrutar de tiempo libre (tanto semanalmente como en vacaciones) para relajarnos y cargar las pilas. De lo contrario puedes derivar en una situación de agotamiento que pasará factura.

La luz, fuente de vida

Responsabilidades laborales, conciliación con la vida familiar, horarios ajustados, viajes de trabajo, imprevistos… Con semejante ritmo es factible encontrarse cansado físicamente en algún momento del día.

En el caso de que la fatiga te acompañe constantemente, se recomienda consultar con el médico para que valore tu situación. Mientras tanto, para mantener a tope los niveles de energía no hay nada como exponerte directamente a la luz solar durante 15 minutos al día, por ejemplo mientras haces tus ejercicios para trabajar la espalda.

Tomar el aire o pasear cuando vas camino del restaurante o del transporte público te sentarán de maravilla en aquellos momentos en los que asome el cansancio. Si esto no es posible, también puedes beneficiarte de los rayos del sol sentándote cerca de una ventana.

El combustible adecuado

Llevando una dieta completa y equilibrada aportas al cuerpo todos los nutrientes necesarios para soportar las altas exigencias de la vida actual. Los carbohidratos te proporcionarán la energía necesaria para toda la jornada, mientras que las frutas y verduras te proveerán de vitaminas y minerales necesarios para tu salud.

¿Quién no se toma un café para espabilarse? Pero abusar de la cafeína puede conllevar problemas de insomnio, así que tenlo en cuenta y prueba estos otros trucos que espabilan de forma saludable.

Lleva una vida activa física y mentalmente

De la misma manera que cuidas tu cuerpo debes mantener activa tu mente. La lectura, los crucigramas, los sudokus y otros ejercicios mentales te sacarán de tu zona de confort, estimulando y haciendo trabajar a tu cerebro para que dé lo mejor de sí mismo.

Por otro lado ¡qué importante es sentarse bien! Cuando tu cuerpo no está correctamente alineado le obligas a realizar un mayor esfuerzo, que terminará por provocarte molestias en la espalda o en el cuello.

Asimismo, cuando estés de pie, no pierdas el eje vertical. Mantente lo más derecho posible ya que así mejorarás el flujo de oxígeno al cerebro. De esta manera, notarás cómo remite el cansancio a la par que se incrementa tu atención.

Gestos sencillos que te ponen las pilas

Está demostrado que la música influye positivamente en la salud. Además causa un efecto rápido en la mayoría de las personas. Cuando notes que el cansancio hace mella en ti, una melodía rápida te aportará la energía que necesitas para incrementar tu concentración y mantenerte alerta.

Otro aspecto que puede ayudarte es la colorterapia. Así de primeras puede resultar extraño pero ¿sabías que los colores afectan a las emociones, de tal manera que influyen en tu estado de ánimo? Cuando te sientas cansado o decaído, apuesta por prendas o complementos en colores vibrantescomo son el amarillo, el naranja o el rojo. Ver estos colores hará aumentar la energía de tu cuerpo.

Ser positivo: una actitud ante la vida

ser positivo

Ser positivo es una actitud ante la vida, una manera de enfrentarnos  a las distintas situaciones que irán surgiendo en el camino. En el entorno laboral, ser más positivo ayuda a transformar las dificultades en oportunidades, motivándonos para superar los escollos y a la vez salir reforzados de ellos. La positividad puede aprenderse pero se necesitará esfuerzo y constancia para desarrollarla, hasta lograr que sea una reacción natural.

La forma en que comienzas el día suele condicionar el resto de la jornada. Empezar el día con buen pie será complicado si apenas has podido conciliar el sueño. La irascibilidad, el mal humor, la ansiedad y el pesimismo serán a buen seguro tus compañeros de jornada. ¡Y no hay café que lo arregle!

Por otro lado, los empleados felices están un 36% más motivados y son un 31% más eficientes. Por eso, los beneficios sociales son una buena manera de potenciar su creatividad y bienestar.

Gestos que marcan la diferencia

Queremos ser más positivo pero no hay manera de hacernos sonreír. Llegar a la oficina con una sonrisa ayuda a crear un ambiente cordial en el que resulta más sencillo ser productivo. Mientras estemos en el autobús o en el medio de transporte que utilicemos, hay que aprovechar para recordar frases inspiradoras que expresen aquello que remueve por dentro y ayuda a continuar.

Toda situación negativa tiene una parte amable que no siempre resulta fácil de encontrar. En estos casos, es lógico requerir cierto tiempo para evaluar los pormenores con claridad. Tratar de hacerlo cuando todavía estamos nerviosos o disgustados no es la mejor opción.

A veces acumulamos tantas preocupaciones, cansancio y estrés que nos impide ser objetivos y racionales. En esos momentos es fácil perder la perspectiva y encontrarnos de repente en una cuesta abajo sin frenos. Respirar, concentrarse y valorar la situación en frío nos ayudará a relativizar.

Las inevitables críticas

Las críticas son inevitables, sobre todo a nivel laboral. La clave será aprender a gestionarlas de una manera positiva, entendiéndolas como opiniones y no como ataques personales.

Cálmate antes de responder, escucha bien porque tal vez puedas aprender algo y, en la medida de lo posible, contesta con amabilidad. Quizá la otra persona tenga un mal día y tan sólo haya sido un desafortunado comentario.  Busca el lado bueno de cada una, siéntete inspirado por sus virtudes y evita las comparaciones.

Haz un paréntesis, tómate un café o aprovecha la hora de la comida para desconectar; en definitiva, serénate. Vuelve a ser dueño de tus pensamientos y encuentra la perspectiva constructiva que te interesa.

Una vida sana y enriquecedora

Tener claro qué queremos conseguir ayuda a lograrlo. De esta manera evitaremos la sensación de que la vida se nos escapa sin haber hecho lo que realmente nos hace feliz. Visualizar nuestra situación ideal y esforzarnos trabajando por ella con ilusión es la clave para entregarnos al 100% y aceptar que todo es posible.

Leer, hacer deporte, estar al día de lo que sucede en el mundo, salir al campo, escuchar música, asistir a conciertos, hacer yoga, practicar las aficiones preferidas, ir al teatro, cultivar nuevas y antiguas amistades, apuntarnos a un curso de algo que realmente nos apetezca, meditar, visitar un museo… Cómo o con quién pasemos el tiempo libre contribuye a llevar una vida sana y enriquecedora que reforzará la autoestima.

Bajar el ritmo

Intentar mantener el mismo ritmo intenso toda la semana termina por pasar factura. El estrés aparece, el cansancio se intensifica, incluso podemos sufrir situaciones como el síndrome de “estar quemado”. Cada vez más presente en los entornos laborales, el mindfulness es una práctica que permite ralentizar el frenético ritmo de vida. Pensar en quién somos, qué hacemos y por qué, ayuda a centrarnos y evitar reacciones desmesuradas ante las cosas que pasan a nuestro alrededor.

Esta buena práctica no es solo beneficiosa a nivel personal sino también a nivel laboral. Contribuye a estar más contentos y motivados y, por tanto, a ser más positivo. Hacer un parón y bajar el ritmo no es frenar sino asegurarnos de que cogemos impulso.

Por último, las personas positivas no viven pendientes del pasado. Pensar en cómo se hubieran desarrollado los acontecimientos de haber actuado de otra manera no conduce a nada, tan sólo es una distracción que impide que nos centremos en nuestras metas.