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Nuevo curso, nuevos propósitos

Septiembre es la fecha perfecta para hacer un alto en el camino y hacer balance de dónde estás y dónde quieres llegar. De esta manea podrás marcarte unos objetivos específicos, medibles, relevantes y dentro de un tiempo establecido.

Comenzar una nueva etapa siempre resulta ilusionante y motivador pero, lamentablemente, no basta con eso para alcanzar tus propósitos para el nuevo curso. La perseverancia, la constancia y el esfuerzo son tus aliados indispensables.

Toma papel y lápiz y párate a pensar sobre aquellas pequeñas o grandes cosas que te gustaría cambiar en tu vida, ya sea laboral o personal. Este es el primer paso para definir tus propósitos. Organízalos por orden de importancia y márcate un tiempo para cumplirlos (final de mes, final de año). Asimismo, establece las acciones necesarias para lograrlos.

Descubrir el salario emocional

¿Qué es el salario emocional? Nada más y nada menos que el conjunto de las retribuciones no económicas que el trabajador puede obtener de la empresa y cuyo objetivo final es incentivarle. Va de la mano de los beneficios sociales, es decir, las soluciones y servicios especiales que ofrecen las empresas a sus empleados más allá del salario, y que potencian su bienestar. ¿Algunos ejemplos? Seguro médico, cheque guardería, formación, adelanto de nómina, dietas o renting.

Además de suponer un beneficio indudable para la calidad de vida del trabajador, la empresa también supone un gran beneficio para la empresa. El aumento del sentimiento de pertenencia, la retención del talento, el efecto llamada a nuevos profesionales, la disminución del absentismo laboral y el aumento del rendimiento y la productividad son algunos de ellos.

Conciliar vida laboral y familiar

La asignatura pendiente, aunque implementar medidas como el cheque guardería ayuda mucho. Además, existen ciertas acciones que podemos llevar a cabo para conseguir ese ansiado equilibrio.

  • Crear un calendario con las actividades de la familia, sean extraescolares, médicas o de ocio.
  • Aprender a diferenciar las cosas que son urgentes de las que pueden hacerse en otro momento.
  • Intentar realizar desde casa todos los trámites o gestiones que sean posibles, siempre será más fácil, cómodo y, sobre todo, rápido.
  • Repartir las responsabilidades y tareas del hogar entre toda la familia en función de las edades de los hijos.
  • Aceptar que no podemos llegar a todo y a veces es necesario contratar ayuda externa.

Un estilo de vida saludable

Este es uno de los propósitos más comunes y más difíciles. Adoptar hábitos saludables, realizar alguna actividad física durante 3 ó 4 veces por semana te ayudará a sentirte mejor y liberar el estrés del día a día. Unido a una alimentación completa y equilibrada que te aporte los nutrientes necesarios para mantener tu ritmo de vida, resultará una maravillosa inversión en tu salud a corto y largo plazo.

Invertir en formación

La formación es un elemento clave en el desarrollo profesional. Por ese motivo, las empresas saben que la presencia de la formación como salario en especie es mucho más atractivo, incluso, que el salario convencional.

No es casualidad que septiembre y enero sean los meses en los que más cursos se ofertan. Matricularte en un máster, realizar un curso de especialización, informarte sobre la enseñanza online de un tema que te interesa, aprender un nuevo idioma o tocar un instrumento pueden ser actividades tan interesantes como gratificantes.

Ser más productivo

Tener mil cosas en la cabeza no favorece tu concentración y puede pasarte factura a nivel laboral. Controlar las distracciones mentales y mejorar la concentración te ayudará a ser más productivo en tu trabajo, lo que influirá en tu desarrollo personal, profesional y tu autoestima. Tomar conciencia en todo momento de dónde te encuentras y de lo que estás haciendo te ayudará a centrar y aprovechar el tiempo al máximo.

Vencer la pereza

Qué fácil resulta plasmar los nuevos propósitos en un papel… y qué pronto nos dejamos vencer por la pereza. ¿Dejas para después lo que puedes hacer ahora? ¿Encuentras mil excusas para posponer una tarea? ¿Te convences a ti mismo de que hay algo más urgente que eso que tiene que ser acabado?

Si sabes que algo es bueno para ti, plantéate por qué no lo haces. El miedo a equivocarte o la pereza de salir de la zona de confort suelen ser los motivos más habituales. Encuentra el tuyo y te resultará más fácil hacerle frente.