Skip to content

Cómo superar los madrugones postvacacionales

Uno de los secretos para volver a la rutina sin enloquecer está en madrugar sin que nos dé un síncope cada vez que suena el despertador. Aunque no a todos nos cuesta lo mismo, para la inmensa mayoría madrugar es una pesadilla.  Además, hay una serie de factores que lo hacen aún más complicado como la pérdida de rutinas en vacaciones, el próximo cambio de hora o la llegada del otoño.  

La buena noticia es que hay una serie de pautas que pueden conseguir hacerlo más llevadero. Descubre a continuación cuáles son y ¡ponlas en práctica!

Adoptar un enfoque positivo

Realmente, si lo piensas con calma, madrugar no es malo. Quizá sea cuestión de motivarte y cambiar tu percepción sobre el hecho de madrugar. Dale la vuelta para verlo como una recompensa en forma de minutos para aprovechar como más te apetezca: hacer gimnasia, cocinar, desayunar con calma o disfrutar de un bonito amanecer.

Una buena idea es invertir ese tiempo en adelantar trabajo ya que es durante las primeras horas del día cuando el cerebro está más fresco y receptivo. Con todo y con eso, probablemente el primer día te cueste pero cuando veas todo lo que has logrado gracias a ese pequeño esfuerzo, te saldrá solo.

Descansar, indispensable

Por muy buena intención que tengas, si no has descansado bien tu esfuerzo será en vano. Todos hemos comprobado que cuando pasamos mala noche al día siguiente falta energía, nos cuesta concentrarnos y estamos más irascibles y de mal humor.

Muchos estudios confirman que la calidad del sueño influye irremediablemente en el estado de ánimo así como en el rendimiento. Una buena costumbre es comenzar a acostarte algo más temprano, como ya te contamos en el decálogo para hacer frente al síndrome postvacacional. Haz la prueba. Seguramente creas que no estás lo suficientemente cansado, pero puedes llegar a sorprenderte y conciliar el sueño antes de lo que pensabas.

Aliarse con el despertador

Es hora de echar mano de esa famosa expresión a la que solemos recurrir de vez en cuando y tan buenos resultados da: ‘Si no puedes con el enemigo, únete a él’. Convierte al despertador en tu mejor aliado para salir de la cama alejándolo de ella. Ponerlo en la mesita de la noche conlleva el riesgo de apagarlo sin darte cuenta.

Si no te queda más remedio que levantarte para desactivarlo te darás cuenta de que ya has hecho lo más difícil. Una vez fuera de la cama abandona el dormitorio camino del baño. En cuanto te laves la cara ya estarás 100% despierto.

El móvil, un gran boicoteador

Todos sabemos que el uso de dispositivos electrónicos antes de dormir no es nada recomendable. La misma teoría es aplicable a la hora de madrugar. A veces, la cuestión no es tanto que cueste despertarse sino arrancar y salir de la cama.

¿Has calculado cuánto tiempo puedes estar remoloneando con el móvil consultando las últimas noticias, las redes sociales o tu correo electrónico antes de levantarte? Proponte acabar con ese hábito y evita la tentación de navegar por Internet, al menos hasta que estés desayunando.

Luchar contra la pereza

Aunque tu mente esté despierta, tu cuerpo puede que necesite unos minutos más. En este sentido, realizar unos estiramientos suaves te ayudará a ponerse en marcha. Dicen los expertos que, además de activar cuerpo y mente, hacer algo de ejercicio por la mañana ayuda a combatir el estrés. Pero con cautela, no es cuestión de prepararte para una super carrera de la noche a la mañana.

El frío es uno de los factores responsables de la pereza que produce levantarnos, así que dejar una bata a los pies de la cama para evitar esa sensación te ayudará a ponerte en marcha.

Otro gesto tremendamente efectivo es encender la luz. La luz es imprescindible para controlar nuestros ritmos circadianos con lo que facilitará la tarea dejar las persianas algo subidas o encenderla lo antes posible.

Sea como sea, no permitas que tu cerebro te juegue una mala pasada en forma de tentadora vocecita interior que intente convencerte de que estarías mejor en la cama. Si quieres superar con éxito los madrugones postvacacionales lo primero que tienes que hacer es no convertirte en tu peor enemigo.