Arranca el verano y pronto muchas empresas adoptarán lo que desde hace ya años es costumbre, trabajar en jornada intensiva por las mañanas para poder disfrutar de las tardes.
Es ya una gran parte del tejido empresarial la que opta por ofrecer este incentivo a su plantilla. Antes, cuando el teletrabajo y el horario flexible no eran más que conceptos lejanos y abstractos, el horario de verano se mostraba como una maravillosa oportunidad de conciliar y disfrutar más de la vida personal.
Históricamente, julio y agosto son los meses donde se aplica este horario. En la práctica, se reduce una hora la jornada normal de ocho horas para pasar a siete diarias. Esa hora que sobra y que es necesario cumplir para llegar al total del año se suele añadir como un plus los demás meses en forma de treinta minutos más al día. De esta manera, se recupera esa hora menos durante el verano, pero hay empresas que quieren que esos sesenta minutos se apliquen a formación del personal o, incluso, no piden a su plantilla que la recupere.
Este es el primer verano que disfrutamos desde el inicio de la pandemia con las restricciones a niveles muy bajos. Mucha gente, desde el primero de julio, podrá disfrutar de su jornada intensiva matutina para aprovechar las horas de luz de la tarde.
Bien es cierto que a las personas que ya estén bajo un horario flexible y puedan organizarse de manera individual, el horario de verano no les afecta mucho, pues estamos hablando de que seguramente no haya grandes cambios. Pero la jornada intensiva en los meses de julio y agosto es una gran oportunidad para aprovechar mejor el tiempo, de la misma forma que los viernes, que suele ser el día de la semana donde se aplica también la jornada continua.
Matizamos esto porque muchas empresas, sobre todo del sector servicios, tienen unos convenios muy concretos sobre el tema horarios. Y no todas tienen la flexibilidad horaria ni el teletrabajo instaurado.
Flexibilidad horaria como incentivo
Desde el inicio de la pandemia, muchas personas sienten que su vida no tiene que ser solamente trabajar. Que es su derecho el poder llevar una compatibilidad real entre el trabajo y la vida privada. Las empresas, poco a poco, están cediendo a estas demandas de gran cantidad de personas que han cambiado la mentalidad y no aceptarán otra cosa que no sea un replanteamiento de los horarios.
El teletrabajo es una opción. Opción que se está aplicando en numerosas organizaciones como un elemento para tener en cuenta. Se está introduciendo poco a poco, con pruebas y métodos donde se aplica un día o dos a la semana. Ese teletrabajo, combinado con la oficina tradicional, parece que ha encontrado el equilibrio que las plantillas demandan.
Así mismo, el propio concepto de oficina tiene que evolucionar. La tendencia está marcada y el uso tradicional que se hacía de los espacios físicos para el trabajo no volverá. La gente no quiere estar apilada una encima de otra en oficinas enormes y cerradas. Busca espacios nuevos, frescos, con amplitud y con diversidad de ambientes, es decir, que, en una misma oficina, existan estancias para reuniones, charlas distendidas, para comer o para pasar un rato de ocio con los compañeros.
El cambio de concepto de oficinas es un hecho y tanto el mercado inmobiliario como el de diseño de interiores se han de ajustar a este nuevo modelo. Un modelo donde ya no se necesitan tantos puestos de trabajo, porque los empleados no van todos a la vez a trabajar, se turnan con el teletrabajo.
Es por eso por lo que muchas oficinas tienen ahora enormes espacios vacíos a los que dar un uso diferente. Aprovechar las oportunidades es lo que diferencia a las compañías innovadoras de las que se estancan, y el nuevo concepto de oficina puede ser un aliciente para que muchas personas con talento elijan una empresa.
El tiempo lo dirá, pero avanzamos hacia un modelo donde el paso por la oficina no tiene que ser tedioso para los empleados, sino todo lo contario. Hay que crear espacios de trabajo accesibles, innovadores y atractivos para que la gente quiera ir allí a hacer sus tareas diarias.