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Trabajo flexible y derecho a la desconexión

En la cultura actual de conectividad constante mucha gente se pregunta si se está arriesgando el bienestar de los trabajadores por, simplemente, una rápida respuesta a un mensaje.

El trabajo flexible, formato donde las personas pueden adaptar su horario de trabajo para adaptarse a su propio estilo de vida, continúa creciendo en popularidad por todo el mundo gracias al avance en el campo de las tecnologías de la comunicación y la información.

Esta flexibilidad, implementada de manera global hace pocos años, es sin duda un gran aliciente para muchas personas y potencia el sentimiento de pertenencia hacia la empresa. El poder de trabajar donde, cuando y como quiera ofrece innumerables ventajas respecto del horario tradicional. No obstante, hay que tener claro que también existen claros peligros planteados por el aumento de la conectividad y que pueden relacionar de una manera clara y directa el trabajo flexible o en remoto con el perjuicio del bienestar.

 

La cultura del siempre activo

En un mundo donde en cualquier tipo de empresa, sea grande o pequeña, los gerentes, compañeros o clientes pueden contactar con los trabajadores en cualquier lugar y en cualquier momento, la frontera entre la vida laboral y privada se está difuminando claramente.

La mayoría de las personas que utilizan para su trabajo diario herramientas como email o Whastapp revisan mensajes tras finalizar la jornada laboral, por la noche o incluso los días que no trabajan, como por ejemplo en vacaciones o durante los fines de semana.

Y es que a muchas personas les resulta cada vez más difícil desconectarse de sus trabajos, es lo que ahora, y sobre todo desde el inicio de la pandemia y el aumento exponencial del teletrabajo, se conoce como la cultura de estar siempre activo.

Es algo muy serio, esta incapacidad para desconectarse puede tener repercusiones negativas no solo en el bienestar de las personas que hacen de su día a día una constante jornada de trabajo, sino también en la eficiencia de las empresas y los lugares de trabajo.

 

Ha llegado la hora de desconectar

Está más que demostrado que una actividad laboral constante fuera de horario produce un mayor estrés y por consecuencia, una disminución del rendimiento. Esto es negativo tanto para el trabajador, como para la propia empresa.

Pero si nos vamos a las consecuencias que tiene este tipo de conducta para las personas en su ámbito privado, vemos que produce una mala calidad de la vida familiar, una peor salud ya que se incrementa la ansiedad y una disminución de la calidad del sueño. Por lo tanto, trabajar fuera de horario, aunque sea revisar emails, si se alarga en el tiempo y se acaba convirtiendo en una costumbre, afectará a la calidad de vida de las personas.

Por lo tanto, está claro que hay que generar soluciones para que las personas tengan derecho a una desconexión digital. Así de denomina el concepto bajo el cual los trabajadores de cualquier empresa poseen el derecho de no contestar mensajes, emails o llamadas fuera de su horario laboral. Incluso hay una ley en España, la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales, que intenta regular esta desconexión digital para garantizar el descanso, la intimidad y la salud de las personas en entornos digitales.

Pese a estar legislado, en todo lo relacionado con el derecho a la desconexión digital las empresas tienen mucho que decir. Sus políticas internas son las que al final marcarán si este derecho es real y se aplica de verdad entre los empleados.

Las compañías deben comprometerse a que se cumplan los horarios y se establezcan unos límites, sobre todo ahora que la mayoría de las personas en puestos con alto nivel de digitalización trabajan desde sus casas. El teletrabajo no debe ser sinónimo de disponibilidad plena.

Para construir un entorno laboral moderno las empresas deben ofrecer unos beneficios a los empleados adaptados a sus necesidades. Está claro que uno de los beneficios sociales más comunes son el trabajo flexible, pero las organizaciones tienen que implementar los horarios de una manera responsable.