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¿Sufres insomnio primaveral?

A priori, podría decirse que la primavera es una de las estaciones del año más esperadas por algunas personas. Sin embargo, en esta época surgen algunos problemas como la astenia primaveral o la alergia, lo que hace que muchos teman su llegada y, sobre todo, sus consecuencias menos agradables, como puede ser la desmotivación o la apatía.

Bajo este contexto puede aparecer también el insomnio primaveral, un desajuste temporal del organismo que no supone ningún problema de salud pero que puede llegar a ser bastante desesperante. Una de sus consecuencias será ese cansancio terrible que puede llegar a pasar factura en el desempeño diario del trabajo.

¿Conoces sus consecuencias?

Cuando no se descansa lo suficiente, estamos más susceptibles y se multiplica la posibilidad de que aparezcan roces con el resto de la plantilla, roces que en situaciones normales no tendrían lugar.

Por otro lado, se invertirá más tiempo en realizar tareas habituales con el riesgo de cometer errores que obligarán a revisar y rehacer los trabajos. Asimismo, al disminuir la capacidad de reacción se puede tener un percance incluso durante los desplazamientos en transporte público. Bajar las escaleras del metro a trompicones, resbalar en las escaleras del autobús o quedarnos dormidos y pasarnos de parada son algunos ejemplos que es mejor no sufrir.

¿Qué factores provocan el insomnio primaveral?

Para poder solucionar los problemas de insomnio primaveral, es imprescindible conocer qué lo provoca. Los expertos de Kneipp nos informan sobre esos factores determinantes en su aparición.

  • Días más largos. Al haber más horas de luz los biorritmos del cuerpo se ven alterados. Con el cambio de hora y los días más largos, el cuerpo tiende a mantenerse más activo cuando es de día y, como la noche cada vez llega más tarde, el cuerpo tarda más en asimilar que debe irse a dormir y, por tanto, cuesta más conciliar el sueño.
  • Más calor. El calor es el gran enemigo del buen descanso y el sueño. Al haber mayor temperatura, el cuerpo debe trabajar más en aclimatarse y en muchos casos es más difícil dormir de forma placentera.
  • Cambio en la humedad. Con el cambio de temperatura, también se experimenta un cambio en la humedad del ambiente, que se siente más seco. Esto, aunque no parezca un detonante para afectar al sueño, también influye a la hora del descanso, ya que el organismo lo percibe.
  • Alergia al polen o a diferentes alérgenos del ambiente. Para las personas que sufren alergia, la primavera es una de las épocas del año más temidas. El taponamiento de las vías respiratorias, la mucosidad, el picor nasal y el malestar general forman un cóctel perfecto para que descansar y conciliar el sueño sea una tarea complicada.

Un entorno acogedor

Es bien conocido por todos que dormir y tener un buen descanso es fundamental para afrontar el día a día, cumplir objetivos, sueños, metas y rendir al máximo. Si el insomnio primaveral ha hecho acto de presencia tocará ponerle remedio.

Es más probable que la relajación y el sueño vengan a nosotros si los “invitamos” de forma amistosa sin agobiarnos ni perder la paciencia. Por supuesto, un entorno acogedor puede hacer maravillas: una luz cálida y tenue por la noche, un aroma relajante en la habitación o los sonidos de la naturaleza son lo más.

Antes de entrar en el dormitorio, éste debe estar bien ventilado, una temperatura de 18⁰C se considera óptima. Además, el oxígeno extra proporciona a nuestro cuerpo una dosis extra de cansancio.

Fuera estrés

¿Te puede el estrés? El mundo moderno y conectado exige mucho: hay que ser flexible, estar siempre accesible y dar siempre el mejor rendimiento posible. Cuando se trata de reducir el estrés, este es precisamente el problema. La palabra clave es la autooptimización.

Trotamos con una banda de frecuencia cardíaca, contamos calorías, monitoreamos nuestro sueño con aplicaciones y tratamos de sacar más allá de nuestro día a día el máximo provecho de nosotros mismos. Pero cuando incluso la relajación se convierte en una prueba de rendimiento, suele conducir a un estrés aún mayor para cuerpo y mente. El carrusel de pensamientos simplemente no se detendrá.

Por eso, por mucho que cueste, frente al insomnio primaveral toca ponerse serios. De lo contrario se irá alargando hasta el infinito. Compensa hacer un pequeño esfuerzo y poner todo lo que esté de nuestra parte para enfrentarnos a él. ¡O acabaremos agotados!

La importancia de las rutinas

Al igual que sucede con los bebés y los niños, los adultos duermen mejor cuando siguen una rutina para ir a dormir. Hacer lo mismo cada noche antes de acostarse puede contribuir a que el cuerpo y el cerebro se preparen para el descanso.

Para ello, durante esos momentos previos no deben realizarse actividades que impliquen una excesiva concentración, gran desgaste de energía, alteraciones o sobresaltos. Quizá entre semana no sea el mejor momento para aprovechar que los días son más largos y salir a tomar algo con los amigos.

Por otro lado, aunque la actividad física regular ayuda a dormir mejor, debe evitarse a última hora ya que produciría el efecto contrario. Ya habrás adivinado que lo recomendable es dedicarse a actividades que fomenten la relajación (escribir, leer, meditar o hacer estiramientos). ¡Felices sueños!